Las islas y las costas del Océano Austral, en la Antártida, conforman a este lugar; su único rival en cuanto a conservación de naturaleza edénica son las Islas Galápagos.
Aunque la mayor parte de las 10.000 personas que residen en la Antártida durante el verano austral son climatólogos, glaciólogos, ornitólogos y ecologistas, también hay un flujo constante de turistas haciéndole frente a largos vuelos y tempestuosos mares.
Los modestos, pero cómodos, buques de expedición facilitan que las personas con mentalidad más ecológica hagan sus visitas de la manera más respetuosa posible con el medio ambiente.
Estos buques son pequeños y robustos rompehielos que dejan una huella de carbono por debajo de la media. Algunos tienen cascos aerodinámicos y motores híbridos; otros se despojan de las comodidades de los cruceros de lujo, para utilizar menos combustible.
Pero lo que realmente distingue a estos buques de expedición son sus guías expertos, que ofrecen charlas y excursiones que enseñan a los pasajeros de todo, desde biología de las focas hasta técnicas de supervivencia. A bordo de una de estas embarcaciones podemos, de manera fugaz, darnos una idea de cómo se podría sentir uno si fuese un científico, naturalista o explorador polar.
Travesía a la Antártida: 65 grados al sur
Puerto Neko bordea a la bahía Andvord, un prístino fiordo antártico que tiene una forma elegante y estirada, parecido a la forma de Italia. Hacia el comienzo de la era, la caza de ballenas fue notoriamente brutal en la Antártida, hace tan solo un siglo, los buques de carga de la zona funcionaron como fábricas flotantes. Hoy en día, luego de un revés ganado a duras penas, las aguas de la bahía de Andvord, calmas como un lago y llenas de icebergs, son la viva imagen de la paz.
Las pendientes nevadas que se alzan por detrás de la playa están marcadas por senderos de pingüinos que escalan las empinadas pendientes hacia su zona de anidación.
Puede que haya terminado la explotación intencional de la fauna, pero la Antártida ahora se enfrenta a una amenaza distinta. Según los científicos climáticos, los eventos de desprendimientos (el fenómeno más simbólico del cambio climático en las regiones polares) se están volviendo cada vez más frecuentes.
La península Antártica se está calentando aproximadamente seis veces más rápido que el promedio mundial y las capas de hielo se están afinando. A pesar que la región parece prístina, los efectos del cambio climático tienen consecuencias devastadoras y la Antártida es un lugar muy delicado.
Travesía a la Antártida: a través de los turbulentos mares
El temor al clima es una preocupación comprensible para los turistas antárticos. Todos hemos visto imágenes terribles de aventureros polares con las pestañas llenas de nieve, narices con estalactitas colgando y extremidades congeladas. Durante el 2020, sin embargo, la región experimentó sus más altas temperaturas (excediendo los -15°C en la punta norte de la península) por segundo año desde el 2015.
A esta altura del verano, los leopardos marinos están bien alimentados: montones de polluelos de pingüinos de Adelia y pingüinos barbijo se han echado ya al agua, corriendo el riesgo de cruzarse con la dentadura letal de los leopardos. Los pingüinos papúa, que se reproducen más adelante, serán los próximos. Por ahora, los mullidos pichones permanecen en tierra hastiando a sus padres por comida al segundo que regresan de sus viajes en búsqueda de alimento.
Pingüinos jóvenes y hambrientos se escabullen a los refugios históricos de las oficinas de correo de Royal Mail alrededor del Puerto Lockroy, mientras que los ejemplares adultos inspeccionan nuestras bolsas impermeables y se defienden de las oportunistas aves quiónido.
En la isla Petermann, la nieve Antártica no es siempre blanca. A medida que se recalienta el clima, las algas fertilizadas por el excremento de los pingüinos pueden hacer que la nieve se torne de color verde oliva o rosada.
El puerto Neko y su vecina cercana, la muy adecuadamente llamada bahía Paraíso, nos ofrecen otra excitante novedad: la oportunidad de pisar el suelo antártico, considerando la vertiginosa noción de que si continuáramos otros 25 grados hacia el sur, escalando unos 2700 metros, llegaríamos al Polo Norte.
Travesía a la Antártida: tras la estela de un gran explorador
Dado que las condiciones del clima, tanto de la Antártida como del mar, pueden ser desafiantes, los arribos (ya sea en las islas o en tierra firme) nunca están garantizados. Asimismo, el reglamento de IAATO establece que puede visitar los sitios de desembarque solo un buque a la vez y no se permiten a más de 100 personas a la vez en la costa bajo ningún concepto, lo que además de disminuir la perturbación del ambiente, acrecienta el sentimiento de aventura
En la isla Elefante (llamada así por estos animales marinos que alguna vez estuvieron tumbados en sus costas rocosas), los pingüinos barbijo tienen cuidado de no salpicarse. En esta porción de la playa fue donde la Expedición Imperial Transantártica, bajo el comando de Ernest Shackleton, estuvo encallada por diez días en 1916. Le tomó otros dieciséis duros días navegar desde aquí hasta Georgia del Sur para buscar ayuda, un cruce que ahora podemos realizar en tan solo dos días.
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